Angel M.D.

Al llegar por la mañana a dejar al peque con mi comadre me doy cuenta que hay un mal aroma en el ambiente, pensé no han de haber recolectado la basura y se ha de haber acumulado, comencé a bajar el equipaje del peque, libros, uniformes, etc., continuaba en mi labor cuando lo vi, era un pequeño cachorro color miel, se le veía triste y desesperado estaba arrastrando una bolsa de huesos que tenia enredada sobre su cuello, entre mas se movía mas se le dificultaba respirar y cada vez que intentaba zafarse mas enredaba el asa de la bolsa a su cuello y seguía asfixiándose, me sentí en ese momento cual protagonista de un capitulo de ER, corrí a checar los útiles del peque y encontré unas tijeras pequeñas, fui tras el cachorro quien al principio no quería que lo tocara, lo calme con mis dulces palabras “perro menso espérate te voy a ayudar” y parece que inmediatamente me entendió, porque se quedó inmóvil y con la destreza de un cirujano pude cortar la bolsa que ya parecía soga de tantas vueltas que tenia alrededor del cuello, al liberarlo comenzó el cachorro a brincar sobre sus dos patas traseras e intentar lamerme la cara, intente repeler sus muestras de afecto, pero en mi pantalón quedaron las huellas de dos pequeñas patas del cachorro donde intentaba alcanzarme, le dije se que estas agradecido pero me vas a ensuciar, sin mas me di la vuelta y seguí mi camino, antes de retirarme lo vi por el retrovisor aun seguía dando brincos por la calle.

Hoy comencé el día sintiéndome mejor conmigo misma.